"Adolescence": La misoginia como sistema civilizador
En la serie, la víctima se convierte en una “estatua sin cabeza”, un personaje del cual no se sabe nada. La trama parece “explicar” por qué un femicida mata, pero nunca aborda el problema “de raíz”.
Una serie de Netflix se ha convertido en tema de discusión en redes sociales. Adolescence es una serie basada en dos femicidios adolescentes, que sintetiza la realidad de la adolescencia y se enfoca en los grupos de poder y subgrupos sociales en el ámbito escolar. Aunque es una ficción, está inspirada en hechos reales. Rápidamente, ha sido recomendada y descrita como una herramienta fundamental para alertar sobre los “incels”, la “red pill” y la “manosfera”.
En la serie, la masculinidad, o más específicamente la misoginia como sistema de poder, se divide en diversos recursos dialécticos que respaldan la idea de que, combatiéndolos, el problema desaparecería. Este efecto placebo, que da la ilusión de control sobre un sistema tan troncal como la misoginia, que define al patriarcado, parece trivial cuando se afirma que los “incels” son los culpables. La idea de que, sin ellos, los femicidios que inspiraron la serie no hubieran ocurrido es engañosa; sin embargo, lo más esperanzador es la creencia de que tales eventos no volverán a suceder. Al igual que en una narrativa narcisista, queremos creer—no solo "creer", sino sentir—que estamos estructurando una acción colectiva “contra el mal”, pasando por alto que, en un futuro prometido de felicidad dentro de una estructura abusiva, lo más probable es que estemos actuando sobre una premisa inexistente.
El término “incel” funciona como un eufemismo de la estructura de poder masculino, al igual que muchos otros términos.
En la serie, la víctima se convierte en una “estatua sin cabeza”, un personaje del cual no se sabe nada. La trama parece “explicar” por qué un femicida mata, pero nunca aborda el problema “de raíz” en sus cuatro episodios: la misoginia como sistema “civilizador”.
La misoginia, el odio de los hombres hacia las mujeres por el simple hecho de ser mujeres, es lo que estructura todos los demás sistemas que conforman la maquinaria del poder masculino. La habituación y el gaslighting facilitan vivir dentro de este sistema. ¿Quién podría soportar día tras día tener la bota de nuestro opresor sobre el cuello? Por eso la naturaleza es sabia: dejamos de sentirla, porque el fin de la vida es sobrevivir.
¿Cómo podemos sobrevivir siendo mujeres si solo existimos dentro de este sistema para ser testigos de nuestra propia muerte? La serie nos muestra que lo "civilizado" es aceptar esta misoginia "civilizadora" y el papel que nos toca: morir asesinadas por un “Jamie” a cuchillazos, ver cómo una foto con nuestra desnudez termina en manos equivocadas, rechazar a algún “Jamie” y cargar, tácitamente, con la culpa de cierto bullying a través de emoticones y mensajes encriptados que solo quienes los usan pueden entender. Este fenómeno representa una especie de abuso reactivo dirigido pero ejecutado por una estatua sin cabeza, sin familia, sin hobbies, sin amigas, sin mascotas, sin sueños. Dejaríamos de ser consideradas “civilizadas” si pidiésemos algo diferente a lo que el sistema nos ofrece. Aceptar la misoginia nos hace “decentes”, nos premia y nos otorga cierta relevancia ante aquellos que siguen atónitos, sin un análisis radical que desafíe directamente la estructura misma que da sentido a las vidas que conocemos, junto con los pactos de la humanidad que, para existir, deben también operar dentro del lenguaje de la misoginia global. La pregunta es: ¿cuánta misoginia es suficiente? ¿Y si los eufemismos relacionados con los distintos “patriarcados” nos permiten rechazar a unas para salvar a otras?
Un padre que llora y aprieta una almohada mostrando arrepentimiento a la cámara y a la audiencia, pero ignora y anula a la madre de Jamie, se presenta como una normalidad amorosa y familiar. Lo "civilizado" es que la madre acepte esta misoginia, el rol del hombre que marca el ritmo e impone las prioridades familiares según sus propias necesidades. Lo "civilizado" es estar de acuerdo y aceptar la normalización de la deshumanización y la sumisión a los agentes de poder, es decir, de los hombres y su misoginia, para que el sistema siga funcionando. El sistema opera gracias a nuestra posición en él, porque si cambiamos de lugar, el sistema colapsa. Entonces, ¿por qué recomendamos una serie que nos sigue mostrando el lugar en el que debemos permanecer para que el sistema siga funcionando? ¿Por qué seguimos pagando las mujeres el precio para que se hable de los “incels”?